lunes, 30 de julio de 2012

Ir a ninguna parte

Algunos prefieren vivir en una linda mentira. Y es que a veces, cuando sufrimos tanto en la vida, llega un momento en el que creemos que la mentira es la felicidad. Antes sabía lo que quería, sabía cual era mi objetivo, y ahora, de repente,  no sé qué quiero, no sé ni adónde voy. Es cómo si hubiese perdido el rumbo, como si me hubiese salido de la carretera, ya no sé ni dónde estoy parada. Si la mentira te la disfrazan bonita y la verdad es dolorosa, ¿Preferimos vivir en la mentira? Nos piden que abramos los ojos, pero no nos avisan del golpe que eso conlleva, del dolor que puede causarnos poner nuestros ojos al sol en un instante. Cuando abrimos ojos duele. Duele saber que estábamos engañados, duele saber que creíamos en promesas absurdas, en palabras bonitas pero llenas de mentira. ¿Por qué vamos a tener que pensar que la persona que nos quiere nos puede lastimar? Si queremos a alguien por algo será, ¿No? No pueden ser todas las personas así.... Pero sí, pasa. Y precisamente, nos duele porque viene de alguien a quien queremos. ¿Qué se supone que tenemos que hacer? ¿Sonreír, llorar? Nadie nos ha preparado para esto. Tenemos que seguir a nuestra manera, como podamos, como nuestro corazón nos lo permita.
Hay personas, que incluso sabiendo que viven una mentira, prefieren seguir en ella, no quieren que les despertemos. Pero para los que abrimos los ojos es insoportable el dolor...Es como una especie de identidad, antes sabíamos quién éramos, y es como si de repente nos quitasen nuestra identidad, como si otro "yo" se instalase en mi cuerpo. Es ir a ninguna parte. Y no hay nada peor que eso, que no saber a dónde ir. Yo puedo aceptar haberme equivocado, aceptar que no lo he hecho bien, puedo aceptar que te he perdido, pero no me pidas que acepte que nunca existí.
Ya ni si quiera sé qué es lo que me haría feliz ni qué es lo que me pondría mal. Tal vez lo único bueno que tiene no ir a ninguna parte es que en mitad del camino, tal vez, nos podemos encontrar con algo o alguien que sirva como una lucecita de esperanza entre tanta oscuridad.
Y sí... Tal vez sea por eso que me he vuelto una desconfiada. Porque ya me han fallado muchas veces, y no quiero que me vuelva a pasar, no quiero abrir los ojos de sopetón, quiero tenerlos abiertos siempre, y así poder evitar que me maten por la espalda.






sábado, 28 de julio de 2012

Olvidando o recordando

En la vida sufrimos muchas decepciones, muchas injusticias, desengaños... Y lo único que queremos es olvidar.   Pero olvidar no es tan fácil...¿O sí? Es verdad que no podemos decir nada de los sentimientos de los demás. Pero, yo, juro, que a veces creo, que muchas personas no tienen apenas sentimientos, ni valores. Y es ahí cuando empiezo a creer que esas personas olvidan rápido. Quizás, demasiado rápido. Hace apena unos días estuve bien contigo, diciéndonos que nos queremos, que no nos vamos a olvidar de lo que sentimos. Y ahora ha pasado el tiempo, y somos completos desconocidos. Eso me da mucha rabia. ¿Qué pasó? ¿Olvidaste rápido? ¿O es que el orgullo te gana? Quizás es que no hayas olvidado, quizás sigas sintiendo lo mismo, pero por las circunstancias ahora callamos. Y queremos olvidar. Se olvida no recordando. Y para no recordar tenemos que prescindir de los sentidos. Porque sencillamente, con tan solo una imagen, un aroma o un sonido volvemos a recordar. Tal vez, tú has anulado tus sentidos para no recordar. Pero yo no. Aunque me quede ciega, sorda y muda yo igualmente voy a seguir acordándome de todo. Para mí, es imposible olvidarse de lo que ya sabemos que nos olvidamos. Los recuerdos son los que nos construyen, por los recuerdos somos quiénes somos. La memoria puede dormirse, pero, ¿Sabes qué? Nunca muere porque está en el corazón. Tú podrás intentar olvidar, pero los recuerdos siempre estarán ahí, latiendo con fuerza.